sábado, 13 de diciembre de 2008

El silencio del final del otoño

Tengo, al final del otoño, a Pablo Neruda en la cabeza... me aparecen sus poemas revestidos de luz dorada, de lluvia amarilla, de brisa fría y con olor a nieve lejana e invierno próximo. Veo las uvas, arracimadas, escarchadas de brillos, tersas y lisas, y junto a su dulzura de tacto la piel del cuerpo amado en una hermosa metáfora continuada hacia la alegoría. Y escucho el susurro de la caricia, los tonos melancólicos de la voz que puede escribir los versos más tristes y todo me lleva al paisaje de estos días... O quizás, es el movimiento inverso... y el paisaje me lleva al poeta. A la "Ciudad Encantada" que es El Dorado de los chilenos, a los pueblos indígenas, al castellano con otro acento y otra vitalidad que se nos devuelve grande, hermoso, sugerente.
Y también viajo hasta los cuadros de Klimt... sin palabras para la pintura y el sentimiento.
Pienso de cuánta hermosura es capaz el ser humano y me animo, frente a las últimas noticias que nos recuerdan una y otra vez que volvemos a estar al borde de la mayor hambruna de la historia de la humanidad, que se violan una y otra vez los derechos humanos en todo el mundo y que el conflicto armado sigue sustituyendo al diálogo entre los pueblos. Este es el silencio crepuscular que soy capaz de mostrar el día de Santa Lucía, patrona de los ciegos, y en la sabiduría popular, las veinticuatro horas con menos luz solar de todo el año. Un silencio, pues, entre las tinieblas.

jueves, 4 de diciembre de 2008

El lector traspasado

Os dejo ahora un artículo antiguo que recogí hace un año ante el empeño de un buen amigo, colega de profesión y de devoción, "lletraferit", poeta y, en el buen sentido de la palabra, bueno. Lo publicó él en su Cuadernos del Mar, una publicación hermosa de la Biblioteca del IES La Marina de Bezana. Lo mejor, el título, y lo puso él... y sin dudarlo. Un abrazo, Fernando.
“El entusiasmo del escritor por lo no existente, a medida que va conociendo los clásicos, empieza a decaer y va cobrando, en cambio, envergadura un cierto gusto por las cosas que se han dicho; aun cuando prevalece la vocación (y aquel sentimiento de inquietud), la lectura y el conocimiento alteran el concepto de su propia necesidad; el mundo se va haciendo más completo, los huecos no son tan grandes ni tan numerosos como en un principio se había presumido y las fuentes de la inspiración se hacen más menguadas y esporádicas porque aquellas aguas caudalosas que han servido para fertilizar las vegas más fértiles, han sido ya exhaustivamente aprovechadas.” Juan Benet Salías de casa, al colegio, y recuerdas sólo el frío de las mañanas de invierno… las mañanas de verano debían gotear, sin pausa, dejando pocas sensaciones en el cuerpo y menos en la memoria. Las manos en el bolsillo y una pequeña cartera a la espalda. Eras puntual, a ti te gustaba, como a mí, llegar con tiempo y, en el amplísimo patio colegial que no era sino el hueco que dejaban todos los edificios de aquella manzana, esperar la entrada del resto de los compañeros. Luego, te ibas retrasando ocupando los últimos lugares en la fila. También en la clase: este era nuestro hábitat natural, el tuyo y el mío… La clase solía ser tediosa (a mí me lo parecía) pero tenías un secreto… las letras ya te hablaban y podías escucharlas en silencio. Lo habías descubierto meses antes, cuando cumplías los cuatro, y todos te hacían una cálida dulce compañía para superar la enfermedad. La voz de la madre, que hablaba y relataba sin leer; la voz del padre (hoy apagada) que leía en voz alta sus lecturas y te fascinaba un idioma que no comprendías. Hoy sabes que eran los clásicos y que estaban contigo, sobre todo Mark Twain (preferías a Huck y no a Tom). Se hacían comprensibles las portadas y los títulos, las letras y la aventura de la lectura. Tu mundo no se acababa en las paredes monótonamente enfebrecidas, en ocasiones delirantes, de la habitación. Se abría y, fuera, la vida seguía y otros la estaban viviendo. Cuando la pesadilla se borró, quedó en el aire el calor y la luz invernal de entonces y flotaba la dulzura de las palabras dichas. Luego, la escuela no pudo romper el encanto de las voces. Debiste aprender, con un paso ajeno y pautado, lo que ya sabías porque lo prendiste del hogar y se envolvía con mucho cariño: leer era un acto de amor. Al fondo del aula, mientras otros leían en las viejas cartillas, tú sacabas de la cartera un librito con ilustraciones de la editorial Bruguera que se llamaba Las mil y una noches, y que merced a su carácter fragmentario, te permitía empezar y acabar las historias. Hoy todavía prefieres la literatura condensada del cuento y el poema, parábolas y metáforas cerradas. Las hojas se despegaban y se doblaban en los ángulos, acabaron amarilleando, pero lo conservaste mucho tiempo y regresabas a él una y otra vez, a saber, entre otros de la astucia del marino Simbad y de caballos de madera voladores que todavía no eran Clavileño. La adolescencia llegó con la efervescencia de los últimos 70, y los mensajes políticos: creímos ingenuamente que la cultura era, por fin, un arma de futuro: cantamos Llach, Serrat, Raimon, Prada y también Bob Dylan, Joan Baez, Nacha Guevara escribía en las paredes libertad. Al acabar el colegio, ya leías cuentos de Dostoievsky y Crimen y castigo. Era fascinante el asesino Raskolnikov y junto a él crecieron también otros despreciables como Julián Sorel, el magistral o Juanito Santa Cruz enamorándote. Y todos queríamos ejercer la libertad en el instituto donde empezábamos a ser empujados por nuestros profesores. Mis maestros son los de aquella época de la enseñanza media y dos o tres más de la universidad. Severos y comprometidos, exigentes y cercanos nos abrían los ojos y el corazón, a la vida, la crítica, el compromiso y a los escritores hermanos de lengua: García Márquez, Vargas Llosa, Borges, Rulfo, y los cuentos de Cortázar. Tú, sobre todo, preguntabas por los poetas, más allá del 27 y reconociste el magisterio de Octavio Paz (“¡Cuerpo a la vista!”) junto a García Lorca y Hernández. Tenemos que hablar de tantas cosas, compañera… ¿recuerdas cuando leíamos en nuestra otra lengua? Sin tradición llegamos a Carner, Riba o Espriu. Y después a los clásicos, en tercero de BUP, completos, del Cantar de Mio Cid a La Regenta. Y Cervantes, el maestro de la letra, la bondad, el humor. Éramos estudiantes de ciencias, pensábamos ejercer de médicos, curar los cuerpos… La literatura curaba el alma y nos iluminaba oscuridades en épocas difíciles, nos descubríamos y nos acercaba a los demás: todas las voces se aproximaban a mostrarnos el camino (la literatura es un espejo en el camino) y, a fogonazos, la palabra escrita creaba otras sendas posibles. De la lectura a la escritura: entonces tú reescribías todos los días a tus poetas, en un proceso de imitatio y recolectio: todo expresión y reunión, juntos Manrique y Gómez de la Serna, Bécquer y Quevedo, Machado y Baudelaire, Vallejo y Aleixandre, y Salinas. ¡Qué gozo saber que ya habían sido publicados! Poema a poema desgranando sentires y cantares y conversando con los muertos. En la Universidad el mundo, como dice Benet, se va haciendo más completo, los huecos no son tan grandes ni tan numerosos como en un principio se había presumido y las fuentes de la inspiración se hacen más menguadas y esporádicas. La lengua y la literatura han sido acogidas definitivamente, te acompañan y son indisolubles de la vivencia, queda la creación y el descubrimiento, la metáfora pura… no todo ha sido dicho, pero lo más importante para ti es que no todo ha sido leído ni se podrá leer nunca. El placer solitario de la lectura, del redescubrimiento de los extranjeros: Poe, Kafka, Rilke, Joyce,… el Rilke de las cartas a un joven poeta y el Joyce del artista adolescente. Eres consciente del tesoro inabarcable de la sabiduría humana encerrada en los textos de ficción. Y ahí, en ese preciso instante empezaron a acabarse tus pasos iniciales en la vida, y empezaron los maduros y los finales,…la prolongación en los otros. Saliendo del yo te encontrabas con los demás que ya no eran otros ajenos, sino de ti dependientes: los hijos y los alumnos y luego, más tarde, también los padres. Todos ellos aportando un soplo creativo de lenguaje, de sentido y sentimiento. Mi experiencia lectora es y será semejante a la tuya, también lector de estas líneas y muchas más, aunque estés al principio y reconozcamos que nunca acabamos de aprender, de crecer y que en nuestro tránsito siempre hay un texto por descubrir, por disfrutar y por recomendar. La tradición está ahí alimentándonos, reuniéndonos con nosotros mismos en la pluralidad de muchos ecos, de distintas lenguas, de orígenes diversos y finalidades variadas. “Siempre me he sentido atraído por los libros en que se cuentan historias de tesoros”, escribe Martín Garzo. Los lectores heridos por las letras siempre nos sentimos atraídos por la promesa incierta de los tesoros que esconden los libros, porque el anhelo del tesoro forma parte de los hombres y las mujeres de todos los tiempos y todos los lugares, es una búsqueda intrínsecamente humana y humanizadora. El elogio más merecido de la lectura es este: somos lenguaje, y a través de él establecemos relaciones con el mundo que nos rodea y con nosotros mismos. En este círculo, la energía que te llegó del mundo regresará a él… tú solo serás traspasado lector, por la vida y las letras. Y así seguimos tejiendo y destejiendo palabras, hilos negros, sutiles y poderosos, que tienden redes …

martes, 2 de diciembre de 2008

VIDEO: Alternativa global /distribución de la riqueza

Objetivos del milenio

AMENIZANDO EL BLOG...

A modo de autoevaluación, este blog va ensanchándose, ofreciendo recursos y preparándose para ser devuelto a las aulas... Hoy hemos añadido el contador (¡deprimente!) y el cuadro de "tráfico internacional" al que nos debemos en la red de redes... próximamente. ¿Nos haremos populares? Seguro que cuando sea este un blog "educativo", de participación, de interés, será un blog como mínimo útil... su utilidad circunscrita a mi persona no tiene sentido. Hay que ser modestos (realistas) y reconocer que el tiempo de la actualización, del estar al día en estos asuntos no existe... siempre se demanda más, no es una tarea conclusa... cuando uno lee, se lee; al escribir, se escribe... pues al blogger le ocurre que se lee y se escribe cuando lo positivo es que lo lean y lo escriban... Y así van yendo estas cosas de las tecnologías para la comunicación. Y es apasionante saber que uno se lee pero es leído a su vez... me recuerda la Historia interminable o La rosa púrpura del Cairo, entrando en un mundo que se está a su vez construyendo, o al propio Don Quijote que se estaba viviendo y ya se leía en la segunda parte de su historia.
La vida, la literatura, el cine e Internet... nos parece que volvemos a la ficción creando otra imagen de nosotros mismos.
Y hablando de ciertos momentos ligeramente hipócritas, me llega la noticia de que el Vaticano se ha alineado por primera vez en su historia con todos los países árabes para defender la penalización de la homosexualidad... su argumento: que en el territorio de la Holy City no hay homosexuales, con lo que no tendrán que aplicar la pena de cárcel, o de muerte. En fin, esto también es consecuencia de la globalización ¿o no? No sé si la noticia es cierta, en todo caso no es inverosímil...aunque parezca ficción.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Las benditas ausencias...

Un amigo me decía el otro día que "benditas las ausencias" de su padre que rozaba las ocho décadas de vida...
Hablábamos de la pérdida de facultades, físicas y no físicas, que nos alcanzarán a todos en algún momento (si es que no nos han alcanzado ya diariamente desde la cuna, como opinaba Quevedo de la vida como un tránsito de la cuna a la tumba y transido de tristeza...ya sabemos, el pesimismo barroco); también hablábamos de esa dificultad que están interiorizando nuestras sociedades para ver lo que les rodea que parece hacerse transparente, la pobreza, la infancia, los ancianos. Acabo de leer, por fin, un libro precioso de Muriel Barbery, cargado de sensibilidad y elegancia, sobre la necesidad de ocultarse que tienen algunos espíritus no comunes para no exponerse a los demás y proteger su vulnerabilidad del juicio ajeno y, por otro lado, cargado de estulticia... La elegancia del erizo es un libro entrañable, ¿triste? no, fundamentalmente, lógico y cartesiano, racional: para que alguien viva alguien tendrá que morir en la literatura desengañada de este siglo XXI como en la del XVII.
Y de repente, me he ido a Julien Sorel (¿será la hermandad entre los autores franceses?) y me ha parecido el contrapunto más interesante a la dualidad de los personajes del libro de Barbery... él, el arribista, sólo busca despuntar, situarse socialmente... él es el pijoaparte de nuestro flamante Cervantes. Sólo desde la picaresca y la novela del XIX entendemos a Marsé y la dificultad de ascenso social en algunos barrios de Barcelona y lo veo, como veo a Quevedo (¿será la hermandad de la lengua castellana?) lamentándose de esta vida que nos tocó vivir a partir de la segunda mitad del siglo XX en España.
Valga de homenaje a todos ellos.

jueves, 16 de octubre de 2008

Los límites de mi mundo...

LOS LÍMITES DE MI LENGUAJE SIFNIFICAN LOS LÍMITES DE MI MUNDO
El mito de Babel, la ampliación sin fin de los límites del mundo en abundancia de códigos para comprender la variedad y la diversidad riquísima de las formas culturales de percepción del espacio real y del espacio imaginario, se consideró un castigo...
George Steiner ha señalado que «Babel fue todo lo contrario de una maldición», ya que «el cuerno de la abundancia de las lenguas derramada sobre la especie humana constituía una bendición sin fin». Y ¿nosotros qué...? Opinamos como Steiner, y por lo tanto defendemos este rico patrimonio humano... (cada día mueren lenguas, de tradición oral, que se llevan consigo el acerbo de toda una cultura, mueren con el último hablante, o con el primer olvido ...) o por el contrario ¿vamos a un anglocentrismo lingüístico que va dejando en la cuneta toda suerte de valor cultural que no lleve aparejado el modo de ver el mundo y de explicarlo norteamericano? Ya Rubén Darío intuía hace más de un siglo en su poema Los cisnes: ¿Seremos entregados a los bárbaros fieros? // ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?// ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros? //¿Callaremos ahora para llorar después?
Mi reflexión va lanzada hoy con la forma interrogante de la discusión no baladí de la necesidad de avivar el debate sobre el plurilingüismo y la interculturalidad en la escuela. Y no es interrogante porque evite tomar postura... me consuela pensar que vamos apoyando teóricamente desde el Consejo de Europa, la Unión Europea, la legislación educativa española, y el impulso decidido a favor de la mejora de la competencia comunicativa en la lengua materna y, al menos, dos lenguas extranjeras.
Mucho se ha hecho, pero no suenan, como debieran los tambores de la gloria.
Tras una tradición paupérrima de este país (no tan mala, por cierto, como en el caso de los países de lengua inglesa, que son monolingües) y un retraso secular en la formación lingüística en general, y en particular, por lo que lenguas extranjeras se refiere, pretendemos cambiar todo de un plumazo y sin ningún coste...
Vamos a ganarnos de nuevo al profesorado, puesto que al alumnado y a las familias ya los tenemos convencidos. Y déjemonos de tibiezas... se apoya o no, con cuantas medidas sean necesarias, y aún en tiempos de crisis... porque esto es como invertir en I+D+I pero en aplicando esas siglas a la educación... incentivos y desarrollo profesional para lograr innovación.
Las oportunidades no podemos ni debemos dejarlas escapar o la historia nos seguirá juzgando. Y nuestros hijos, nuestros alumnos, lamentándose.
Queda ahí mi silencio otoñal...

jueves, 11 de septiembre de 2008

El silencio del final del verano

Hoy es 11 de septiembre... el regreso a la escritura, tras el verano, supone un esfuerzo de recuperación de la memoria, de los aciertos y los fracasos del curso pasado pero también debemos vislumbrar las amenazas y las oportunidades del futuro. Seríamos algo ilusos si no fuéramos capaces de aprender de la experiencia. Y aprendemos, no sólo con lo que nosotros experimentamos en la vida, sino también con las experiencias en diferido o literarias, lo que leemos y lo que nos cuentan y, sobre todo, cuando reflexionamos sobre ello.
No otra cosa es la comunicación en este "mundo de comunicaciones", de hartazgo en la información... Es preocupante cómo nos defendemos de estos "bombardeos" mediáticos y cómo ayudamos a los más jóvenes a estar preparados en medio de esta selva de lenguajes, en palabras tomadas prestadas a José Antonio Marina.
Esa es una de las tareas más bonitas de la educación: facilitar el encuentro, el diálogo, propiciar los momentos para desarrollar el propio pensamiento y exponerlo a los demás para compartirlo. Me leo, y me sonrío... porque Sócrates ya afirmó en aquel tiempo que ahí radicaba la tarea del maestro: la aproximación, el encuentro, el coloquio... Y ya lo redescubrieron los humanistas, en un tiempo duro y convulso, cuando empezamos a ser lo que hoy somos: un orbe (primero ampliado y ahora sabemos que completo), un sistema económico (el capitalismo) y una cultura (la occidental) que se ha impuesto con su idea de progreso al resto de las culturas propias de las diferentes partes de este mundo empequeñecido por los adelantos de la tecnología.
Lo que hoy somos, con toda la incertidumbre que acarrea nuestro tiempo histórico: la amenaza que se cierne con forma de colapso socioeconómico o el destino que sepamos darle al planeta, así como la respuesta a la pobreza,... lo que hoy somos, decía, junto con el futuro que se dibuja en el horizonte, quizás nos obligue una vez más a ser conscientes de que muchas cosas (el cuerpo me pide decir, TODO) empiezan en la educación, desde las primeras etapas de la vida y que se prolonga a lo largo de toda la vida.
En el hogar, primero, y en la escuela, después, vivimos aprehendiendo todo lo que nos rodea... debemos insistir en los entornos propicios al aprendizaje, de forma que no parezca lo que no es: tedioso, aburrido o anodino, cuando el aprendizaje es interesante, creativo e innovador. Tenemos ahora una tarea por delante... preparar a las nuevas generaciones para lo desconocido, sin miedos aunque enseñando a sortear la incertidumbre y a vivir en la hermosa zozobra del cambio.

miércoles, 9 de julio de 2008

Trazando rutas (un estival silencio)

De nuevo un silencio, largo y contundente y profundo... el final de curso, la segunda quincena de junio, atacó con una virulencia inusual y nos dejó sin espacio ni tiempo para la reflexión pero sí para la agonía diaria de un cansancio instalado ya a perpetuidad.
No obstante, en las familias es tiempo de crisis de esas crisis con valor etimológico de necesario cambio y replanteamiento de muchos asuntos: tiempo libre en verano que hay que completar de forma juiciosa y renovada (no caigamos en unas vacaciones tediosas, por favor), nuevas matrículas de cursos, decisiones sobre el futuro...¿estudiaremos idiomas o informática? ¿volvemos al inglés o empezamos con el portugués o el alemán, o el italiano? Nosotros, adultos en continuo reciclaje, y nuestros hijos también, debemos tomar decisiones ahora que nos ocuparán el tiempo hasta el próximo junio, de forma reiterada, y pese a la novedad hoy, serán costumbre mañana.
En mi casa ha sido un tiempo hermoso de aprendizaje y de compartir experiencias, porque este año una de mis hijas (I) ha entrado en el noble club de los ruteros, en la Quetzal 2008. Con el tema del agua como leit motiv han recorrido en Panamá y, a partir de hoy mismo, ya por España: ríos, canales, puertos fluviales y marítimos y aeropuertos internacionales que, a la postre, han sido el puente de unión de hombres y culturas a lo largo de los siglos. Con ella y a través de la web (www.rutaquetzal.com) hemos entrado en poblados emberás y en granjas de cocodrilos, hemos vivido los últimos días del pirata (y también sir) Francis Drake en Portobelo, recorrido selvas y cruzado el canal. Sabemos nombres, conocemos artesanías, colores y cielos de otras latitudes.
Por otro lado, los otros dos, están durante cuatro semanas en Irlanda. Es un tiempo y un espacio más conocido... para el pequeño, D, es su primer viaje solo, al extranjero, conviviendo con una familia y adaptándose a sus paisajes, sus tiempos, sus sabores y colores (los verdes, sobre todo). Con A. todo es nuevo cada vez, lo revive y lo goza y cada anécdota es objeto de atención y materia de novella, o sea, de nueva noticiable. Si los hijos crecen, nosotros lo hacemos también con ellos... les enseñamos y nos enseñan, como hacen nuestros alumnos, y como hacemos en todo proceso educativo y de comunicación: es una riqueza mutua, compartida, disfrutada y, por lo tanto, gozosa. Recomiendo encarecidamente los textos de Martín Garzo, El cuarto de al lado. De él y de Espido Freire, con quien he tenido la suerte de compartir correos -firma siempre sus correos, E - y tertulias, he aprendido a citar a los míos con las iniciales o con nombres inventados en el código secreto del hogar.
De Martín Garzo es la cita que os dejo para la reflexión:
Este es el poder de los niños, transformar la vida en un manojo de leves historias. Historias que surgen cuando menos te lo esperas y que te obligan a poner la oreja en la puerta para escuchar, pues con los niños siempre se está en el cuarto de al lado.
Qué felicidad sabernos eternamente (a pesar de las distancias) en el cuarto contiguo, personas independientes y absolutamente unidas por la vida.

jueves, 5 de junio de 2008






Escrito y firmado por José Luís Sampedro, escritor, filósofo y buena gente.

POR LA LECTURA

Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.

Muchos años después hice una visita a una bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos.

Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras> consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de> libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.

Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo. Me quedo confuso y no entiendo nada.

En la vida corriente el que paga una suma es porque:

a) obtiene algo a cambio.

b) es objeto de una sanción.

Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?

Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?.¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?. ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas?. ¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.

Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.

¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!

José Luis Sampedro

Si estas de acuerdo, pásalo. Por el placer de la lectura.


miércoles, 7 de mayo de 2008

DE VUELTA A LA PANTALLA

Un nuevo silencio...
Han sido muchas las horas y los días sin volver a la escritura; cuando menos, a esta escritura que es realmente la que nos ayuda a contarnos el mundo y a objetivar cuanto nos pasa. En este tiempo, siempre ocurre así con el goteo del tiempo, han ocurrido muchas cosas a nuestro alrededor: un ciclón natural devasta la otrora llamada Birmania y un devastador gobierno impide la intervención humanitaria, Europa cierra filas contra los "nouvinguts", los recién llegados, y promete que puede encarcelarlos hasta seis meses si no tienen papeles, la economía parece en fase de auténtica recesión...el Madrid de fútbol gana la liga, el Barcelona es eliminado de la liga de campeones y nos movemos en este circo como hace unas décadas.
Entre tanto, el mundo de la educación anda revuelto con los decretos de Bachillerato, el currículo que emana de la LOE, las competencias básicas y la necesaria mejora de los niveles educativos de nuestros ciudadanos. Educativos que no sólo de excelencia académica, aunque también, ¿por qué no?
La formación inicial (la universidad) y la formación permanente del profesorado son asuntos a los que habremos de volver una y otra vez. A saber, de verdad, por qué muchos docentes sin ninguna vocación acaban en las aulas, por qué no se cuida en la universidad, más que en ningún otro lugar, ese perfil profesional y por qué tienen algunos miedo a la carrera docente. Si queremos los mejores profesionales en cualquier actividad humana, ¿por qué nos preocupa poco o nada la preparación del maestro? Y, lo que es más grave, a mi juicio ¿por qué no les preocupa a ellos, a algunos docentes, su reciclaje continuo? ¿Por qué pese a notar cada vez más distancia con los alumnos y alumnas que recordaba brillantes sólo porque quedan lejanos y respondían a otros postulados educativos y sociales, no piensa este profesor que necesita conocer nuevas formas de acercamiento a su asignatura, a su auditorio y a su propio método de trabajo?
Se ve que el esfuerzo que pedimos a nuestros hijos e hijas, alumnos y alumnas, no se corresponde con la imprescindible profesionalidad del docente. Luego tendremos que hablar de si es un trabajo bien considerado socialmente, retribuido, valorado por nuestros "clientes"; pero eso no parece ser lo sustancial cuando vemos a compañeros y compañeras, en ocasiones, arrastrando un perpetuo mal humor por las aulas que acabará siendo el dolor íntimo y para siempre, del desilusionado.

martes, 15 de abril de 2008

TERCER SILENCIO

Avanzamos por este camino plagado de sonido y envuelto en silencio...Este espacio va para el trabajo hermoso de los buenos docentes.

Pocas circunstancias en la vida hay más gratificantes que encontrarse a un claustro con toda su experiencia y profesionalidad a cuestas, con su carga de entusiasmo por hacer crecer en sus alumnos la semilla del querer aprender, y, también, con todas sus dudas acerca del recorrido, del método, de las decisiones tomadas y las que se tendrán que tomar en el futuro. En manos de estos claustros, los futuros ciudadanos tienen un espacio rico, sonoro, significante.
Esta reflexión no hace sino homenajear a aquellos que se toman en serio su trabajo, el cual sea probablemente el más serio y trascendente de todos los trabajos posibles: hacer personas, que como dice Delors en La educación encierra un tesoro, la escuela ha de ayudar a crecer a los alumnos y alumnas que allí cada curso desembarcan: deberán aprender a aprender, aprender a hacer y aprender a ser. Este último aspecto no por aparecer el último es el menos importante. La escuela (para mí la escuela es sus maestros y maestras) enseña a ser en sociedad desde el primer día; junto con la familia las dos instituciones socializadoras de los individuos... No quiero obviar en este momento una reflexión que subyace en este texto desde el principio: una de estas instituciones (la familia) está en una profunda crisis de crecimiento y cambio que conduce una y otra vez a la constatación de que se inhibe en la educación y delega en la escuela casi todo.
Mientras la familia no ofrece en general lo que la sociedad demanda, a los docentes se les exige más y más a cambio de poco. Ni siquiera se les reconoce labor absolutamente prestigiosa que realizan. Pero aún así, los buenos maestros, con sus imperfecciones, apuestan día tras día por la educación de sus alumnos, en sabiduría y en valores. La labor de interculturalidad, de convivencia, de igualdad que se realiza dentro de las aulas en los centros educativos y en estos momentos históricos de cierta incertidumbre y miedo que nos toca vivir es impagable.
Las sombras y las dudas son propias del ser humano como tal y en el ejercicio de su profesión. Los docentes y la administración educativa nos podemos equivocar, detectar los errores y enmendarlos... por lo demás, sólo pedimos que se confíe en nuestro trabajo y se nos deje probar a las familias y a la sociedad en general que solos los profesionales de este tesoro que se llama educación.

sábado, 12 de abril de 2008

SEGUNDO SILENCIO

El segundo silencio va para la literatura...
Mi experiencia lectora es básicamente una experiencia literaria. Probablemente lea muchos más textos (en cantidades absolutas) que no pueden ser calificados de literarios: prensa (en web o en papel), artículos especializados para el ejercicio de mi profesión, textos jurídico-administrativos: el BOE, el BOC y otros tantos de las diferentes comunidades, países y regiones de nuestro estado. Últimamente es poco el tiempo para la literatura, de forma continuada, apasionada y fiel. Pero, sin embargo, cualitativamente son los textos literarios, por breves o fragmentarios que sean los que dejan huella. Es la literatura la que acaba conformándonos cuando una y otra vez nos vamos asomando a ella... el alma humana muestra su plasticidad y su facilidad para la reubicación una y otra vez, cuando una y otra vez ingresa en diferentes espacios, tiempos y personajes.
Me parece importante esta reflexión porque vivimos en tiempos de mestizaje cultural, de interculturalidad, y también de brotes xenófobos y racistas que deberían ser reconducidos inmediatamente desde los responsables de la educación; familias y escuela. La literatura es un buen medio. Nos acercamos a la otredad, a lo desconocido y hemos de hacer un ejercicio de búsqueda de identidad para penetrar en los textos que nos saca del ensimismamiento. Todas las culturas son etnocéntricas, por definición, lo que no significa que se tenga que negar el pan y la sal a los que llegan (como otrora fuimos nosotros llamando en otras puertas) buscando un lugar en paz, donde creer que hay futuro para ellos (adultos) y sus hijos. Sus hijos que son ya nuestros conciudadanos, nuestros alumnos, que son ya nosotros.
Y nos traen temas distintos en su trayecto vital: la violencia, la pobreza, la explotación, la Naturaleza, otros paisajes y otras lenguas.
La ética que normalmente deja expuesta la buena literatura, la que habla de aquello que compartimos en tanto que seres humanos, nos sirve de faro-guía en esta andadura. La literatura hoy ya ha dejado de ser (si es que alguna vez alguien lo concibió así) un ejercicio hermoso de la arquitectura del lenguaje... hoy es valor ético añadido, no sólo una propuesta para educar sino una necesidad en nuestras escuelas y hogares. Una propuesta seria en favor de la literatura en las aulas es una apuesta por una educación de la sensibilidad, de la compasión (en su valor etimológico) y del compromiso.

PRIMER SILENCIO

Primer momento de silencio.
La escritura requiere del silencio. Un silencio significante que resulta de la reflexión tras la experiencia, de la demora para elegir el concepto preciso que nos permite aprehender la realidad, saborearla, asimilar el conocimiento que proviene de esa experiencia y disponer de este instrumento precioso que es el lenguaje para aplicar la sabiduría, de nuevo.
La paciencia y el rigor parecen cada vez palabras más ajenas a nuestro mundo... conviene demasiado a menudo dar una respuesta rápida para "salir del paso". Y no hay tiempo para aposentar las múltiples noticias que en la sociedad de la información y del conocimiento se generan a diario y que, en último extremo, dejan a un importante número de ciudadanos al margen, paradójicamente, de esa información y de ese conocimiento que se pregonan como signo de nuestros días. Toda actividad humana requiere de ese proceso de reflexión pero la educación es un ámbito que no puede sobrevivir en una sociedad cambiante si no intenta continuamente dar respuesta a esos cambios y con previsión de futuro. Educamos hoy los ciudadanos del futuro y desconocemos los requerimientos de esa sociedad de dentro de 15 o 20 años. Así se buscan estrategias transferibles, que hagan individuos flexibles, con capacidad crítica y dispuestos con su inteligencia y su voluntad a la construcción del mundo en el que les tocará vivir y que habrán de gestionar en base a unos parámetros más justos, más equitativos y más respetuosos con el entorno natural.
Por otro lado, ya nadie niega hoy la importancia de la comunicación. La base de esta comunicación es el lenguaje, la oralidad y, sobre todo, la escritura. La inteligencia humana es lingüística. El ámbito de la educación, por fin, parece retornar a una suerte de humanismo que pone el acento principal para acceder a todo tipo de conocimiento en la adquisición y conocimiento de las destrezas lingüísticas. Ha hecho falta una larga década y una serie de recomendaciones supranacionales (Consejo de Europa y UE) así como algunas decisiones políticas para que, finalmente, se traslade a la ciudadanía la imperiosa necesidad de dominar la(s) lengua(s) propia(s) (materna y/o de escolarización) y, al menos, dos lenguas extranjeras. Para ello, el Marco Común Europeo de Referencia para la enseñanza y aprendizaje de lenguas así como su aplicación didáctica, el Portfolio Europeo de las Lenguas, son dos instrumentos coherentes que facilitan las decisiones consensuadas que han de tomar los colectivos docentes y educadores, en general, a la hora de hacer un tratamiento coherente e integrado de las lenguas, para enriquecer la inteligencia lingüística de todos los alumnos y alumnas que hoy están en nuestras aulas.
Este espacio sobre educación y lengua, deja aquí su primer silencio.