miércoles, 9 de julio de 2008

Trazando rutas (un estival silencio)

De nuevo un silencio, largo y contundente y profundo... el final de curso, la segunda quincena de junio, atacó con una virulencia inusual y nos dejó sin espacio ni tiempo para la reflexión pero sí para la agonía diaria de un cansancio instalado ya a perpetuidad.
No obstante, en las familias es tiempo de crisis de esas crisis con valor etimológico de necesario cambio y replanteamiento de muchos asuntos: tiempo libre en verano que hay que completar de forma juiciosa y renovada (no caigamos en unas vacaciones tediosas, por favor), nuevas matrículas de cursos, decisiones sobre el futuro...¿estudiaremos idiomas o informática? ¿volvemos al inglés o empezamos con el portugués o el alemán, o el italiano? Nosotros, adultos en continuo reciclaje, y nuestros hijos también, debemos tomar decisiones ahora que nos ocuparán el tiempo hasta el próximo junio, de forma reiterada, y pese a la novedad hoy, serán costumbre mañana.
En mi casa ha sido un tiempo hermoso de aprendizaje y de compartir experiencias, porque este año una de mis hijas (I) ha entrado en el noble club de los ruteros, en la Quetzal 2008. Con el tema del agua como leit motiv han recorrido en Panamá y, a partir de hoy mismo, ya por España: ríos, canales, puertos fluviales y marítimos y aeropuertos internacionales que, a la postre, han sido el puente de unión de hombres y culturas a lo largo de los siglos. Con ella y a través de la web (www.rutaquetzal.com) hemos entrado en poblados emberás y en granjas de cocodrilos, hemos vivido los últimos días del pirata (y también sir) Francis Drake en Portobelo, recorrido selvas y cruzado el canal. Sabemos nombres, conocemos artesanías, colores y cielos de otras latitudes.
Por otro lado, los otros dos, están durante cuatro semanas en Irlanda. Es un tiempo y un espacio más conocido... para el pequeño, D, es su primer viaje solo, al extranjero, conviviendo con una familia y adaptándose a sus paisajes, sus tiempos, sus sabores y colores (los verdes, sobre todo). Con A. todo es nuevo cada vez, lo revive y lo goza y cada anécdota es objeto de atención y materia de novella, o sea, de nueva noticiable. Si los hijos crecen, nosotros lo hacemos también con ellos... les enseñamos y nos enseñan, como hacen nuestros alumnos, y como hacemos en todo proceso educativo y de comunicación: es una riqueza mutua, compartida, disfrutada y, por lo tanto, gozosa. Recomiendo encarecidamente los textos de Martín Garzo, El cuarto de al lado. De él y de Espido Freire, con quien he tenido la suerte de compartir correos -firma siempre sus correos, E - y tertulias, he aprendido a citar a los míos con las iniciales o con nombres inventados en el código secreto del hogar.
De Martín Garzo es la cita que os dejo para la reflexión:
Este es el poder de los niños, transformar la vida en un manojo de leves historias. Historias que surgen cuando menos te lo esperas y que te obligan a poner la oreja en la puerta para escuchar, pues con los niños siempre se está en el cuarto de al lado.
Qué felicidad sabernos eternamente (a pesar de las distancias) en el cuarto contiguo, personas independientes y absolutamente unidas por la vida.