jueves, 11 de septiembre de 2008

El silencio del final del verano

Hoy es 11 de septiembre... el regreso a la escritura, tras el verano, supone un esfuerzo de recuperación de la memoria, de los aciertos y los fracasos del curso pasado pero también debemos vislumbrar las amenazas y las oportunidades del futuro. Seríamos algo ilusos si no fuéramos capaces de aprender de la experiencia. Y aprendemos, no sólo con lo que nosotros experimentamos en la vida, sino también con las experiencias en diferido o literarias, lo que leemos y lo que nos cuentan y, sobre todo, cuando reflexionamos sobre ello.
No otra cosa es la comunicación en este "mundo de comunicaciones", de hartazgo en la información... Es preocupante cómo nos defendemos de estos "bombardeos" mediáticos y cómo ayudamos a los más jóvenes a estar preparados en medio de esta selva de lenguajes, en palabras tomadas prestadas a José Antonio Marina.
Esa es una de las tareas más bonitas de la educación: facilitar el encuentro, el diálogo, propiciar los momentos para desarrollar el propio pensamiento y exponerlo a los demás para compartirlo. Me leo, y me sonrío... porque Sócrates ya afirmó en aquel tiempo que ahí radicaba la tarea del maestro: la aproximación, el encuentro, el coloquio... Y ya lo redescubrieron los humanistas, en un tiempo duro y convulso, cuando empezamos a ser lo que hoy somos: un orbe (primero ampliado y ahora sabemos que completo), un sistema económico (el capitalismo) y una cultura (la occidental) que se ha impuesto con su idea de progreso al resto de las culturas propias de las diferentes partes de este mundo empequeñecido por los adelantos de la tecnología.
Lo que hoy somos, con toda la incertidumbre que acarrea nuestro tiempo histórico: la amenaza que se cierne con forma de colapso socioeconómico o el destino que sepamos darle al planeta, así como la respuesta a la pobreza,... lo que hoy somos, decía, junto con el futuro que se dibuja en el horizonte, quizás nos obligue una vez más a ser conscientes de que muchas cosas (el cuerpo me pide decir, TODO) empiezan en la educación, desde las primeras etapas de la vida y que se prolonga a lo largo de toda la vida.
En el hogar, primero, y en la escuela, después, vivimos aprehendiendo todo lo que nos rodea... debemos insistir en los entornos propicios al aprendizaje, de forma que no parezca lo que no es: tedioso, aburrido o anodino, cuando el aprendizaje es interesante, creativo e innovador. Tenemos ahora una tarea por delante... preparar a las nuevas generaciones para lo desconocido, sin miedos aunque enseñando a sortear la incertidumbre y a vivir en la hermosa zozobra del cambio.