lunes, 26 de octubre de 2009

PARA IRENE...DESDE ÍTACA

IRSE DE CASA, Antonio Muñoz Molina, El País Semanal (hace ya bastantes años de este artículo... sin desperdicio :=) Irse de casa es probablemente la primera tarea necesaria en la educación de una persona joven. En la Odisea, que contiene casi todas las narraciones posibles sobre el desarraigo y el regreso, sobre los descubrimientos que aguardan en el entorno más cercano y doméstico y también en los abismos del mar y en las oscuridades del reino de los muertos, el joven Telémaco abandona la isla cerrada y segura de la infancia y el agobio de la casa materna para emprender un viaje en busca de su padre perdido, y en el camino lo que encuentra es su propia identidad de adulto. Las pruebas y los terrores de la mitología antigua los encuentra cifrados en la vida de Dublín un día de junio de 1904 el moderno Telémaco Stephen Dedalus, que es un autorretrato de James Joyce y también una recapitulación de todos los héroes jóvenes de la literatura, de ese momento en la biografía de cada uno de nosotros en el que se nos presenta la tentación y el desafío, la necesidad de romper con el abrigo y la sombra de nuestros padres y el miedo a una intemperie en la que fácilmente nos podremos perder. Los mitos, los personajes o relatos literarios, son cristalizaciones poéticas de la experiencia común. Se ha hecho mucha literatura, buena y mala, sobre el regreso a Ítaca, a la patria añorada, pero Ítaca, como aprende Telémaco, es también un lugar del que hay que marcharse a una cierta edad. De la Ítaca de las complacencias infantiles y las rutinas familiares podían marcharse los Telémacos de provincias camino de la Universidad, y su principal aprendizaje no estaba sólo en las aulas o en los libros, sino en la exaltación de estar lejos, de enfrentarse a una ciudad desconocida y generalmente grande y verse forzado a tratar con personas completamente ajenas a la nómina estrecha del vecindario nativo y los lazos familiares. Pocas veces he conocido tan intensamente la felicidad y el miedo como la primera noche que me vi solo en Madrid, en vísperas de cumplir 18 años, cuando dejé mi maleta en el cuarto de la pensión y salí a dar una vuelta por lugares que aún conservan para mí un brillo de noche urbana y mitológica, después de tantos años, la plaza de España, con sus torres de vértigo para la mirada pueblerina del recién llegado, la rampa luminosa de la Gran Vía, con los faros de los coches y los letreros de los cines. Otras lecciones, otros saberes se olvidan: pero la emoción de encontrarse uno soberanamente solo en una ciudad donde cada paso le conduce a un nuevo descubrimiento es un aprendizaje que no se acaba nunca, que lo sigue guiando a uno hacia otras ciudades, que se repite con todo su primitivo entusiasmo cada vez que se examina una nueva habitación, se asoma a la ventana, se lanza a la calle. Las aulas de la Facultad, los corredores, las bibliotecas, no nos atraerían tanto si no estuvieran lejos de nuestro mundo diario, y las mujeres con las que nos cruzamos serían menos deseables si no tuviesen un acento forastero. Desde la Edad Media, las universidades habían ofrecido al mismo tiempo la posibilidad de aprender y la invitación al viaje. Por algún motivo, en la España de las últimas décadas, el aire viajero de la enseñanza universitaria fue dando paso a una gradual parálisis de sedentarismo: habiéndose fundado una universidad casi en cada comarca, y volviéndose cada vez más impermeables las fronteras entre autonomías, el único viaje factible llegó a ser el viaje de estudios, en el que jamás nadie aprendió nada, a no ser los efectos de las primeras resacas y la deprimente monotonía de los claustros románicos y de los olores en los hoteles de tercera. A Telémaco ya nada le alentaba a salir de su isla, pudiendo estudiar sin alejarse de la comida casera, y colocarse enseguida en alguna consejería sin los sobresaltos amenazadores del mundo exterior. Ahora se ha creado el distrito universitario único, supongo que para aliviar un poco el paletismo vernáculo, pero parece que sólo una parte mínima de los estudiantes se anima a alejarse de los paisajes vecinales. Se habrá perdido la costumbre, o el instinto juvenil de marcharse, y además dicen los expertos que el dinero para becas es muy escaso, y que no hay muchas familias lo bastante prósperas como para costearle a un hijo los estudios en una capital lejana. En mi calidad de antiguo becario y antiguo fugitivo, creo que irse a estudiar a una universidad de otras tierras no debería ser sólo aconsejable, sino también forzoso. En cuanto a las becas, ¿no habría dinero de sobra para quien lo mereciera con sólo rebajar una parte del que se tragan cada día, con el único fin de difundir la grosería y la ignorancia, las televisiones oficiales?

viernes, 16 de octubre de 2009

EL DÍA DESPUÉS DE LAS JORNADAS DE SECCIONES BILINGÜES

He asistido a estas jornadas de Secciones Bilingües gracias a la calidez de mi ex-compañeros, Fernando, Javier y Pilar (el orden, cuando no hay prioridades, es puramente alfabético) que, en un alarde extremo de generosidad, me han reconocido una labor personal, empezada y no acabada por mí, como una obra póstuma de mi trabajo en la Unidad Técnica de Renovación Educativa. Y he sentido, una vez más, el reconocimiento de mis compañeros, quienes de verdad conocen cómo se acude un día y otro y el siguiente también, con la mejor de las intenciones, porque todos creemos en lo que hacemos y tocamos con los pies el suelo de la realidad de las aulas, de la sociedad, del panorama educativo en general. Y, a cambio, recibimos pocas alegrías... Nosotros, docentes, acostumbrados a las miradas de los alumnos, a sus sonrisas cómplices, y al estímulo del aprendizaje. Era duro. Les he agradecido ya todo su cariño infinitas veces, pero no está de más una más.
No obstante, reflexionando sobre todo lo oído, me he venido con una pequeña espinita... el ataque, más o menos velado, al profesorado de primeras lenguas, o sea de escolarización: castellano, catalán, euskera, gallego. Vamos, que ni de lejos estamos en un enfoque comunicativo, o sociocultural, pragmático..., ¿qué será eso de la lengua en uso...? que sólo hacemos morfosintaxis, durante 4 o 5 horas semanales en la secundaria obligatoria... ¿ustedes imaginan? ¿Realmente están seguros de tales afirmaciones, las creen de veras mirando la cara, atendiendo a las actitudes del alumnado, y a su valoración...?
O quizás lo único que nos salva (a mis compañeros de vocación y a mí misma), pues es evidente que los alumnos nos redimen una y otra vez, sea que transmitimos emoción (ya que debemos carecer de todas estas estrategias pedagógicas)... y, ya se sabe, la emoción también se comunica... Hablamos de amor y de muerte, leemos el periódico y pasamos de pedir un favor a escribir una instancia (claro, con fórmulas de cortesía y condicionales...), a investigar sobre los objetivos del milenio y tantos otros temas candentes... entra en el aula el último premio Nobel, y discutimos mucho. Pero ¿esto es comunicativo?
Gracias a todos por provocar esta reflexión...

jueves, 8 de octubre de 2009

Un nuevo blog... el de bachillerato.

Tras intentar que las alumnas y los alumnos de 1º de Bachillerato quisieran "montarse" esos su propio blog, a modo de bitácora de clase, y ver que se demoraba hemos empezado a publicar un blog "oficial" para descargar información complementaria... Seguro que ahora, que ya está iniciado, se tomarán en serio lo de usarlo como medio de información y de comunicación...Y es que las Tecnologías, también son muy activas, y algunos de nuestros adolescentes...adolecen de "empenta", de empuje... Ojalá acaben entregándose a la lectura y la escritura. De momento, el curso ha empezado bien y merece la pena intentarlo todo por ellos. En la columna de la derecha está el enlace.
Buen fin de semana.