sábado, 12 de abril de 2008

SEGUNDO SILENCIO

El segundo silencio va para la literatura...
Mi experiencia lectora es básicamente una experiencia literaria. Probablemente lea muchos más textos (en cantidades absolutas) que no pueden ser calificados de literarios: prensa (en web o en papel), artículos especializados para el ejercicio de mi profesión, textos jurídico-administrativos: el BOE, el BOC y otros tantos de las diferentes comunidades, países y regiones de nuestro estado. Últimamente es poco el tiempo para la literatura, de forma continuada, apasionada y fiel. Pero, sin embargo, cualitativamente son los textos literarios, por breves o fragmentarios que sean los que dejan huella. Es la literatura la que acaba conformándonos cuando una y otra vez nos vamos asomando a ella... el alma humana muestra su plasticidad y su facilidad para la reubicación una y otra vez, cuando una y otra vez ingresa en diferentes espacios, tiempos y personajes.
Me parece importante esta reflexión porque vivimos en tiempos de mestizaje cultural, de interculturalidad, y también de brotes xenófobos y racistas que deberían ser reconducidos inmediatamente desde los responsables de la educación; familias y escuela. La literatura es un buen medio. Nos acercamos a la otredad, a lo desconocido y hemos de hacer un ejercicio de búsqueda de identidad para penetrar en los textos que nos saca del ensimismamiento. Todas las culturas son etnocéntricas, por definición, lo que no significa que se tenga que negar el pan y la sal a los que llegan (como otrora fuimos nosotros llamando en otras puertas) buscando un lugar en paz, donde creer que hay futuro para ellos (adultos) y sus hijos. Sus hijos que son ya nuestros conciudadanos, nuestros alumnos, que son ya nosotros.
Y nos traen temas distintos en su trayecto vital: la violencia, la pobreza, la explotación, la Naturaleza, otros paisajes y otras lenguas.
La ética que normalmente deja expuesta la buena literatura, la que habla de aquello que compartimos en tanto que seres humanos, nos sirve de faro-guía en esta andadura. La literatura hoy ya ha dejado de ser (si es que alguna vez alguien lo concibió así) un ejercicio hermoso de la arquitectura del lenguaje... hoy es valor ético añadido, no sólo una propuesta para educar sino una necesidad en nuestras escuelas y hogares. Una propuesta seria en favor de la literatura en las aulas es una apuesta por una educación de la sensibilidad, de la compasión (en su valor etimológico) y del compromiso.

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