martes, 15 de abril de 2008

TERCER SILENCIO

Avanzamos por este camino plagado de sonido y envuelto en silencio...Este espacio va para el trabajo hermoso de los buenos docentes.

Pocas circunstancias en la vida hay más gratificantes que encontrarse a un claustro con toda su experiencia y profesionalidad a cuestas, con su carga de entusiasmo por hacer crecer en sus alumnos la semilla del querer aprender, y, también, con todas sus dudas acerca del recorrido, del método, de las decisiones tomadas y las que se tendrán que tomar en el futuro. En manos de estos claustros, los futuros ciudadanos tienen un espacio rico, sonoro, significante.
Esta reflexión no hace sino homenajear a aquellos que se toman en serio su trabajo, el cual sea probablemente el más serio y trascendente de todos los trabajos posibles: hacer personas, que como dice Delors en La educación encierra un tesoro, la escuela ha de ayudar a crecer a los alumnos y alumnas que allí cada curso desembarcan: deberán aprender a aprender, aprender a hacer y aprender a ser. Este último aspecto no por aparecer el último es el menos importante. La escuela (para mí la escuela es sus maestros y maestras) enseña a ser en sociedad desde el primer día; junto con la familia las dos instituciones socializadoras de los individuos... No quiero obviar en este momento una reflexión que subyace en este texto desde el principio: una de estas instituciones (la familia) está en una profunda crisis de crecimiento y cambio que conduce una y otra vez a la constatación de que se inhibe en la educación y delega en la escuela casi todo.
Mientras la familia no ofrece en general lo que la sociedad demanda, a los docentes se les exige más y más a cambio de poco. Ni siquiera se les reconoce labor absolutamente prestigiosa que realizan. Pero aún así, los buenos maestros, con sus imperfecciones, apuestan día tras día por la educación de sus alumnos, en sabiduría y en valores. La labor de interculturalidad, de convivencia, de igualdad que se realiza dentro de las aulas en los centros educativos y en estos momentos históricos de cierta incertidumbre y miedo que nos toca vivir es impagable.
Las sombras y las dudas son propias del ser humano como tal y en el ejercicio de su profesión. Los docentes y la administración educativa nos podemos equivocar, detectar los errores y enmendarlos... por lo demás, sólo pedimos que se confíe en nuestro trabajo y se nos deje probar a las familias y a la sociedad en general que solos los profesionales de este tesoro que se llama educación.

sábado, 12 de abril de 2008

SEGUNDO SILENCIO

El segundo silencio va para la literatura...
Mi experiencia lectora es básicamente una experiencia literaria. Probablemente lea muchos más textos (en cantidades absolutas) que no pueden ser calificados de literarios: prensa (en web o en papel), artículos especializados para el ejercicio de mi profesión, textos jurídico-administrativos: el BOE, el BOC y otros tantos de las diferentes comunidades, países y regiones de nuestro estado. Últimamente es poco el tiempo para la literatura, de forma continuada, apasionada y fiel. Pero, sin embargo, cualitativamente son los textos literarios, por breves o fragmentarios que sean los que dejan huella. Es la literatura la que acaba conformándonos cuando una y otra vez nos vamos asomando a ella... el alma humana muestra su plasticidad y su facilidad para la reubicación una y otra vez, cuando una y otra vez ingresa en diferentes espacios, tiempos y personajes.
Me parece importante esta reflexión porque vivimos en tiempos de mestizaje cultural, de interculturalidad, y también de brotes xenófobos y racistas que deberían ser reconducidos inmediatamente desde los responsables de la educación; familias y escuela. La literatura es un buen medio. Nos acercamos a la otredad, a lo desconocido y hemos de hacer un ejercicio de búsqueda de identidad para penetrar en los textos que nos saca del ensimismamiento. Todas las culturas son etnocéntricas, por definición, lo que no significa que se tenga que negar el pan y la sal a los que llegan (como otrora fuimos nosotros llamando en otras puertas) buscando un lugar en paz, donde creer que hay futuro para ellos (adultos) y sus hijos. Sus hijos que son ya nuestros conciudadanos, nuestros alumnos, que son ya nosotros.
Y nos traen temas distintos en su trayecto vital: la violencia, la pobreza, la explotación, la Naturaleza, otros paisajes y otras lenguas.
La ética que normalmente deja expuesta la buena literatura, la que habla de aquello que compartimos en tanto que seres humanos, nos sirve de faro-guía en esta andadura. La literatura hoy ya ha dejado de ser (si es que alguna vez alguien lo concibió así) un ejercicio hermoso de la arquitectura del lenguaje... hoy es valor ético añadido, no sólo una propuesta para educar sino una necesidad en nuestras escuelas y hogares. Una propuesta seria en favor de la literatura en las aulas es una apuesta por una educación de la sensibilidad, de la compasión (en su valor etimológico) y del compromiso.

PRIMER SILENCIO

Primer momento de silencio.
La escritura requiere del silencio. Un silencio significante que resulta de la reflexión tras la experiencia, de la demora para elegir el concepto preciso que nos permite aprehender la realidad, saborearla, asimilar el conocimiento que proviene de esa experiencia y disponer de este instrumento precioso que es el lenguaje para aplicar la sabiduría, de nuevo.
La paciencia y el rigor parecen cada vez palabras más ajenas a nuestro mundo... conviene demasiado a menudo dar una respuesta rápida para "salir del paso". Y no hay tiempo para aposentar las múltiples noticias que en la sociedad de la información y del conocimiento se generan a diario y que, en último extremo, dejan a un importante número de ciudadanos al margen, paradójicamente, de esa información y de ese conocimiento que se pregonan como signo de nuestros días. Toda actividad humana requiere de ese proceso de reflexión pero la educación es un ámbito que no puede sobrevivir en una sociedad cambiante si no intenta continuamente dar respuesta a esos cambios y con previsión de futuro. Educamos hoy los ciudadanos del futuro y desconocemos los requerimientos de esa sociedad de dentro de 15 o 20 años. Así se buscan estrategias transferibles, que hagan individuos flexibles, con capacidad crítica y dispuestos con su inteligencia y su voluntad a la construcción del mundo en el que les tocará vivir y que habrán de gestionar en base a unos parámetros más justos, más equitativos y más respetuosos con el entorno natural.
Por otro lado, ya nadie niega hoy la importancia de la comunicación. La base de esta comunicación es el lenguaje, la oralidad y, sobre todo, la escritura. La inteligencia humana es lingüística. El ámbito de la educación, por fin, parece retornar a una suerte de humanismo que pone el acento principal para acceder a todo tipo de conocimiento en la adquisición y conocimiento de las destrezas lingüísticas. Ha hecho falta una larga década y una serie de recomendaciones supranacionales (Consejo de Europa y UE) así como algunas decisiones políticas para que, finalmente, se traslade a la ciudadanía la imperiosa necesidad de dominar la(s) lengua(s) propia(s) (materna y/o de escolarización) y, al menos, dos lenguas extranjeras. Para ello, el Marco Común Europeo de Referencia para la enseñanza y aprendizaje de lenguas así como su aplicación didáctica, el Portfolio Europeo de las Lenguas, son dos instrumentos coherentes que facilitan las decisiones consensuadas que han de tomar los colectivos docentes y educadores, en general, a la hora de hacer un tratamiento coherente e integrado de las lenguas, para enriquecer la inteligencia lingüística de todos los alumnos y alumnas que hoy están en nuestras aulas.
Este espacio sobre educación y lengua, deja aquí su primer silencio.